domingo, 8 de noviembre de 2015

El consuelo del análisis

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Foto: elclasicofutbol5.com
Existe una contradicción recurrente e imposible de detener entre los analistas de fútbol ya sean estos hinchas o periodistas. El caos de nuestro torneo local y el poco talento de mucho de sus deportistas hace que se presenten partidos mediocres en los que es casi imposible controlar el deseo de coger el control remoto y cambiar de canal. Sin embargo, y he aquí la contradicción, gastamos diálogos, páginas de periódicos o espacios de televisión para “analizar” estos partidos, comentarlos e incluso buscar por ahí una brisa de buen fútbol entre el huracán de errores que presentan nuestros partidos.


¿Por qué lo hacemos? Si en el 90% de casos, el futbolero peruano reconoce que su liga es paupérrima, (casualmente todos utilizan esta palabra), por qué esa búsqueda de sistemas tácticos, estrategias, planes defensivos y ofensivos, noticias sobre traspasos, etc. Es como ir a un restaurante malo y escribir una nota culinaria sobre este restaurante semana tras semana. No bastaría con decir no vayan a este restaurante y ya. Conozco muchos otros pero están un poco más caro. La distancia sin embargo es corta, están a unos 30 o 40 canales del canal del fútbol peruano.

Pero no, el psicólogo encontró su tesis perfecta, ¿por qué hay personas que prefieren ver un Unión Comercio – Sport Huancayo a un Barcelona – Sevilla? O para ponerlo más peleado, un Universitario – León de Huánuco que un partido de Champions. La respuesta es simple, ese fútbol es tuyo. Imagino que en San Marino o en Andorra también siguen a su liga con la misma ferviente ilusión y alientan a todo pulmón a su equipo como aquí, a pesar de todo. Siguiendo la analogía de la comida, es como si tu vieja cocinara mal. No hay otra, toca comer lo que hay.

Y en esta frustración de saber que todo lo tuyo vale poco o nada, hay una especie de auto-consuelo en ese análisis extenso y detallista de pizarras, plumones y jugadas en cámara lenta. Analizamos el último libro de Mónica Cabrejos como si fuera un poemario de Vallejo, un ensayo de Vargas Llosa o un cuento de Shakespeare. Así nos sentimos mejor, justifica en parte nuestra ilógica de la lealtad al consumo de un producto de pésima calidad.

Así somos. El problema es que de quedarnos así el producto seguirá decayendo en calidad. Somos ciegos ante el gol de nuestro equipo. Es una lucha entre la razón y el sentimiento, que la televisión reza cada día para que la siga ganando este último. Ver a nuestro equipo no hace daño, las emociones siempre van a estar. Lo inútil es ese post-partido, en la falta de talento no hay arte. En el ruido es imposible encontrar melodía.

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