Desde
la instauración de los Juegos Olímpicos Modernos por el intelectual francés
Piere de Fredy, barón de Coubertin, en 1896, la controversia ha sido parte de
los mismos. A pesar de toda la buena voluntad mostrada por este filántropo
decimonónico y que podemos apreciar en su carta fundacional:
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Piere de Coubertin (Foto: Google images). |
El olimpismo es una
filosofía de vida, que exalta y combina de una manera equilibrada todas las
cualidades del cuerpo, la voluntad y la mente. Mezclando deporte con cultura y
educación; el olimpismo trata de crear un estilo de vida basado en el disfrute
del esfuerzo y los valores del buen ejemplo, responsabilidad social y respeto
por los principios éticos fundamentales […] sin discriminación de ningún tipo,
ya sea de raza, color, sexo, orientación sexual, lengua, religión, orientación
política, u otro.
Pero
desde los primeros Juegos Olímpicos en Atenas, el principio de no
discriminación fue roto con la exclusión de atletas femeninas.
Otro
aspecto que el Comité Olímpico Internacional no ha podido controlar a lo largo
del siglo XX, e incluso en la actualidad, es lo concerniente a los aspectos
políticos que han influido en la realización de una serie de boicots contra los Juegos; en
mayor medida en el siglo precedente, y con casos aislados en el siglo XXI.
Hablar
de JJOO es retroceder miles de años hasta la época de la Grecia micénica y la
celebración de los primeros juegos en Olimpia en al año 776 a.C.. Al respecto
existen muchas teorías que nos hablan de la “tregua olímpica” y el pacifismo
que se vivía en Grecia durante los días o meses que duraba el traslado de los
atletas desde sus polis hasta la sede de los juegos, así como el día de
competencia (posteriormente varios días) y los días posteriores de retorno a
casa. Muchos historiadores no coinciden con esta tregua, principalmente debido
al carácter bélico y la gran cantidad de conflictos que existían entre los
pueblos griegos.
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Representación del templo de Zeus en Olimpia. La estatua confeccionada por Fidias
era una de las 7 maravillas del mundo antiguo. (Gráfico: guiadegrecia.com). |
¿Y
si no había tregua en la dimensión en que los pro olimpismo mencionan, entonces
es de suponer que alguna de dichas polis estuviese en desacuerdo con los juegos
como para generar algún boicot? Quizá el carácter divino de los juegos así como
la falta de fuentes al respecto tiraría por la borda esta teoría; sin embargo,
nuestra sociedad actual, con tantas décadas de civilización, con cientos de
tratados y organizaciones pacifistas y pro derechos humanos, aún no puede
organizar eventos deportivos mundiales con total armonía, casi dos mil
ochocientos años después de los primeros Juegos Olímpicos.
TEODOSIO,
¿EL PRIMER BOICOTEADOR?
Los
Juegos Olímpicos de la antigüedad se desarrollaron hasta el siglo IV de nuestra
era. La legalización de la religión cristiana en el Imperio Romano, decretada
por Constantino en el 313, a través del Edicto de Milán, fue el inicio del
ocaso de los juegos que representaban a los dioses paganos, heredados de la
antigua Grecia.
Ochenta
años después del Edicto de Milán, la religión cristiana ya había tomado un
papel fundamental en el decaído Imperio Romano. Así las cosas, Teodosio, emperador
desde el 378, decidió unificar los separados Imperios de Oriente y Occidente e instaló
la religión cristiana como religión oficial del Imperio a través del Edicto deTesalónica en el 380.
El
poder de la Iglesia Cristiana Nicena o Iglesia Católica fue creciendo y con
ella el de sus cardenales. Justamente el cardenal de Milán fue quien propuso al
emperador la cancelación de todo tipo de culto pagano como el de los Juegos
Olímpicos, fue así como Teodosio decretó el fin de los juegos en el 393; aunque
algunos intelectuales alemanes aún sugieren que los juegos no cesaron en ese
año, sino que siguieron celebrándose de forma clandestina incluso después,
debido a que se ha encontrado una inscripción en Olimpia con 20 ganadores olímpicos
posteriores al año 393.
PRIMEROS BOICOTS EN LOS JUEGOS MODERNOS / BLACK
POWER Y APARTHEID
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Adolfo Hitler en el Estadio Olímpico de Berlín (Foto: Google images). |
Tras
la Primera Guerra Mundial, desde los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920, el
movimiento creado por el barón de Coubertin empezaba a difundirse en mayor
medida y los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), así como los
países participantes, crecían. En 1936 los Juegos debían desarrollarse en
Berlín, durante el Tercer Reich alemán dirigido por Adolfo Hitler. Participaron
3993 deportistas de 49 países en la mayor propaganda política en la historia de
la competición.
Fue
durante Berlín 1936 que ocurrió el primer caso de boicot a unos JJOO. Pero este
boicot no fue dirigido al gobierno nazi de Hitler que había iniciado su
persecución a los judíos con la promulgación de las Leyes de Nuremberg en 1935
y que había militarizado Renania en marzo de 1936, rompiendo así el Tratado de
Versalles; sino que dicho boicot
estuvo a cargo de Irlanda y su negativa a la propuesta del COI de unirse a la
recientemente creada República de Irlanda (EIRE) para representar en una sola
Irlanda a toda la isla. Ningún otro país se unió a Irlanda en el boicot.
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Ceremonia inaugural en Melbourne (Foto: olympic.org). |
Recién
en los JJOO de Melbourne, en 1956, la fuerza de un boicot se hizo sentir con la
inasistencia de ocho países a dichos juegos. Diversos fueron los motivos para
la inasistencia. En primer lugar, Holanda, España y Suiza se negaron a
participar debido a que el COI no había expulsado a la Unión Soviética de los
juegos, a pesar de la dura represión soviética a las revueltas populares en Hungría, en noviembre de 1956, que generaron decenas de muertes y la posterior
huida de unos doscientos mil húngaros a Austria. Además, a pesar de estar en
plena Guerra Fría -como se conocía al conflicto entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética-, sorprende el “silencio” de los Estados Unidos, que Hobsbawm
describe de esta manera:
La URSS supo (o,
mejor dicho, aprendió) en 1953 que los llamados de los Estados Unidos para
“hacer retroceder” al comunismo era simple propaganda radiofónica, porque los
norteamericanos ni pestañearon cuando los tanques soviéticos restablecieron el
control comunista durante un importante levantamiento obrero en la Alemania del
Este. A partir de entonces, tal como confirmó la revolución húngara de 1956,
Occidente no se entrometió en la esfera de control soviético.
En
paralelo, Egipto, Líbano, Irak y Siria se negaron a participar en protesta ante
la invasión de Egipto por parte de Israel apoyada por Gran Bretaña y Francia en
su afán de mantener la hegemonía sobre el Canal de Suez. Finalmente, China
tampoco participó en Melbourne ante el reconocimiento del COI a Taiwán.
El Black Power y el Apartheid le dan forma a los boicots de 1968 y 1976.
El
racismo no estuvo ausente en el ámbito olímpico. Este se sintió durante los juegos
organizados en la Ciudad de México en 1968.
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Martin Luther King. (Foto: thekingcenter.org). |
Durante
la década del 60 la figura de Martin Luther King, pastor en Alabama, Estados
Unidos, había cruzado fronteras en su lucha contra la segregación racial
reinante en muchos de los estados del sur de la potencia norteamericana. El 28
de agosto de 1963, King pronunció su célebre discurso “I have a dream” (Tengo
un sueño) donde expresaba su deseo de un país donde a la gente no se la juzgue
por el color de su piel sino por su carácter. De esta década, y como
consecuencia de las injusticias sufridas por los negros en los Estados Unidos,
también aparece la idea del Black Power,
propugnada principalmente por otro dirigente negro (Malcolm X) quien, a
diferencia de Luther King que creía en la no violencia, era partidario de la
autodefensa de los negros con todos los medios necesarios.
Mientras
eso sucedía en Norteamérica; en África el gobierno sudafricano de mayoría
blanca había instalado una política de Apartheid;
es decir, separar a los blancos de los negros en todo ámbito social (escuelas,
hospitales, playas, etc.). Si bien, el apartheid
se instaló en 1948 tras el triunfo del Partido Nacional (de mayoría blanca),
fue durante la década del 60 que las restricciones fueron más duras y
coercitivas.
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Ridículos carteles como éste eran comunes en la época del apartheid en Sudáfrica
(Foto: Google images). |
El
COI tomó la decisión menos ética y permitió la participación de Sudáfrica y
Rodesia (luego llamado Zimbabue y donde el segregacionismo racial era extremo)
en los juegos de México; sin embargo el Estado Mexicano se negó a darles visa a
los atletas de Rodesia. Además se estaban
gestando otros problemas:
La indecisión
respecto a Sudáfrica y Rodesia, y el asesinato de Martin Luther King el 4 de
abril de 1968, estuvo a punto de provocar que los atletas negros de EEUU
boicotearan los juegos de México. Cuando el afroamericano Tommie Smith ganó la
final de los 200 metros batiendo además el récord del mundo (19.83 segundos) y
su compañero de equipo John Carlos consiguió la tercera posición, se calzaron
un guante negro en la mano derecha y levantaron el puño a modo de Black Power mientras escuchaban en el
podio el himno de EEUU. Ambos fueron expulsados de los juegos de forma inmediata.
Tras
estos hechos, los juegos de Múnich en 1972 también fueron catastróficos para el
COI debido al atentado que perpetraron terroristas palestinos contra el equipo
israelí. Inmediatamente después, en los JJOO de Montreal en 1976, la sombra del
boicot volvía a instalarse en la previa del encendido de la llama olímpica.
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Sandra Handerson y Stephane Prefontaine encienden el pebetero en Montreal
(Foto: olympic.org). |
Esta
vez el boicot partía de parte de 29 países africanos, principalmente de la
llamada África Negra. Dichos países exigían a
Canadá la no inclusión de Nueva Zelanda debido a que su equipo de rugby había
participado en competencias internacionales en Sudáfrica. Canadá se negó al
pedido africano y dichos países no participaron, además de Taiwán, debido a que
Canadá había reconocido a la República Popular China en 1970 y no le otorgó
visa a los atletas taiwaneses.
LA GUERRA
FRÍA ENFRÍA LOS JUEGOS
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Inauguración de los JJOO de Moscú en 1980 (Foto: Getty Images). |
Hacia
fines de los 70, la Guerra Fría estaba en su momento más intenso. La guerra de
Corea, la guerra de Vietnam y la crisis de los misiles en Cuba, habían
intensificado y polarizado aún más al mundo occidental. EEUU lideraba a los
países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN),
mientras que la Unión Soviética tenía bajo su yugo a los países firmantes del
Pacto de Varsovia. Pero dicha polaridad sólo se vislumbraba en el ámbito de las
emociones.
Entre
dichas emociones podemos contar los JJOO; es así como en medio de esa
polaridad, los juegos de 1980 estaban programados para realizarse en Moscú.
Pero
en 1979 la URSS envía tropas a Afganistán para aplacar los movimientos rebeldes
armados por la CIA, entre ellos –curiosamente- el de Osama Bin Laden
(tristemente célebre tras los atentados del 11 de septiembre de 2001). Ante ello,
el Presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, conmina a sus atletas a no
participar de los juegos en Moscú, amenazándolos con revocarles los pasaportes.
Los aliados de los EEUU se plegaron a ellos, excepto Gran Bretaña y Australia
que dejaron la decisión a sus respectivos Comités Olímpicos que decidieron
participar. En total, el boicot lo ejecutaron 63 países y sólo acudieron 81, un
número significativamente bajo para la época.
La
respuesta de la Unión Soviética fue en la edición siguiente que se realizó en
Los Angeles (1984). 21 países se unieron a los soviéticos que señalaron que los
juegos en EEUU no le brindaban la seguridad suficiente a sus atletas; en
contrapartida, los boicoteadores de Los Angeles organizaron los Juegos de la
Amistad.
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El mapa muestra los países que apoyaron a la Unión Soviética en el boicot
a Los Ángeles 1984. |
Quizá
el boicot soviético a los JJOO de Los Angeles en 1984 fue el último de grandes
proporciones. En 1988 Corea del Norte, Nicaragua, Albania y Etiopía no
asistieron a los juegos en Seúl al no permitirle a los vecinos del norte
organizar algunas competencias en su territorio. En el 2008 diversas ONGs
intentaron boicotear los juegos a desarrollarse en Pekín debido a la situación
de los derechos humanos en China y a la no exclusión de los países involucrados
en la catástrofe humanitaria que originó el conflicto de Darfur en África.
Finalmente en el 2014, antes de los JJOO de Invierno en Sochi (Rusia), Georgia
llamó a boicot por la participación rusa en la Guerra de Osetia del Sur en el
año 2008, aunque sin mayor repercusión.
A MANERA DE
CONCLUSIÓN
La
importancia que los Juegos Olímpicos han ido tomando en el aspecto social,
desde su reinstalación en 1896 por iniciativa del barón de Coubertin, han
generado que a lo largo de los últimos dos siglos, cuestiones con matices
principalmente políticos se trasladen al plano deportivo.
La
inacción de los gobiernos y de las Naciones Unidas en casos de flagrante
violación de los derechos humanos han conllevado a que los boicots sean una
importante forma de escuchar la voz de los “oprimidos”. En otros casos,
enfrentamientos meramente ideológicos (como en 1980 y 1984) han dado pie a que
la reunión deportiva más importante del planeta se vea ensombrecida por estas
singulares formas de “hacerse escuchar”.
No
ha sido la intención del presente trabajo establecer un valor ético a los
reclamos que se quisieron expresar a través de boicots. Sólo hemos querido
presentar una secuela de los mismos, tratando de dar algunas luces sobre los
motivos que llevaron a diferentes países a usar los Juegos Olímpicos como
vitrina para poner en conocimiento de la humanidad las injusticias que existen
por doquier en el mundo; y que el espíritu olímpico que tanto promueven
nuestros amigos del COI a veces sólo queda en eso, en espíritu, en algo que no
se puede sentir, que no se puede tocar; a diferencia de la opresión que aún
siguen viviendo muchos pueblos y cuyos habitantes sufren en carne propia día a
día.
BIBLIOGRAFÍA Y
FUENTES
1.
HOBSBAWM,
Eric. Historia del siglo XX. Crítica,
Buenos Aires, 2005.
2.
SESÉ
Alegre, José María. “Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad” En: Cultura, Ciencia y Deporte. Vol. 3, Núm.
9, Universidad Católica San Antonio de Murcia, España, noviembre 2008.
5.
El Siglo XX de El
Comercio.
El Comercio - Plaza & Janés, Lima, 2000.