miércoles, 26 de octubre de 2016

Los boicots en los Juegos Olímpicos

Desde la instauración de los Juegos Olímpicos Modernos por el intelectual francés Piere de Fredy, barón de Coubertin, en 1896, la controversia ha sido parte de los mismos. A pesar de toda la buena voluntad mostrada por este filántropo decimonónico y que podemos apreciar en su carta fundacional:
Piere de Coubertin (Foto: Google images).

El olimpismo es una filosofía de vida, que exalta y combina de una manera equilibrada todas las cualidades del cuerpo, la voluntad y la mente. Mezclando deporte con cultura y educación; el olimpismo trata de crear un estilo de vida basado en el disfrute del esfuerzo y los valores del buen ejemplo, responsabilidad social y respeto por los principios éticos fundamentales […] sin discriminación de ningún tipo, ya sea de raza, color, sexo, orientación sexual, lengua, religión, orientación política, u otro[1].

Pero desde los primeros Juegos Olímpicos en Atenas, el principio de no discriminación fue roto con la exclusión de atletas femeninas.

Otro aspecto que el Comité Olímpico Internacional no ha podido controlar a lo largo del siglo XX, e incluso en la actualidad, es lo concerniente a los aspectos políticos que han influido en la realización de una serie de boicots[2] contra los Juegos; en mayor medida en el siglo precedente, y con casos aislados en el siglo XXI.

Hablar de JJOO es retroceder miles de años hasta la época de la Grecia micénica y la celebración de los primeros juegos en Olimpia en al año 776 a.C.. Al respecto existen muchas teorías que nos hablan de la “tregua olímpica” y el pacifismo que se vivía en Grecia durante los días o meses que duraba el traslado de los atletas desde sus polis hasta la sede de los juegos, así como el día de competencia (posteriormente varios días) y los días posteriores de retorno a casa. Muchos historiadores no coinciden con esta tregua, principalmente debido al carácter bélico y la gran cantidad de conflictos que existían entre los pueblos griegos[3].

Representación del templo de Zeus en Olimpia. La estatua confeccionada por Fidias
era una de las 7 maravillas del mundo antiguo. (Gráfico: guiadegrecia.com).
¿Y si no había tregua en la dimensión en que los pro olimpismo mencionan, entonces es de suponer que alguna de dichas polis estuviese en desacuerdo con los juegos como para generar algún boicot? Quizá el carácter divino de los juegos así como la falta de fuentes al respecto tiraría por la borda esta teoría; sin embargo, nuestra sociedad actual, con tantas décadas de civilización, con cientos de tratados y organizaciones pacifistas y pro derechos humanos, aún no puede organizar eventos deportivos mundiales con total armonía, casi dos mil ochocientos años después de los primeros Juegos Olímpicos.


TEODOSIO, ¿EL PRIMER BOICOTEADOR?

Los Juegos Olímpicos de la antigüedad se desarrollaron hasta el siglo IV de nuestra era. La legalización de la religión cristiana en el Imperio Romano, decretada por Constantino en el 313, a través del Edicto de Milán, fue el inicio del ocaso de los juegos que representaban a los dioses paganos, heredados de la antigua Grecia.

Ochenta años después del Edicto de Milán, la religión cristiana ya había tomado un papel fundamental en el decaído Imperio Romano. Así las cosas, Teodosio, emperador desde el 378, decidió unificar los separados Imperios de Oriente y Occidente e instaló la religión cristiana como religión oficial del Imperio a través del Edicto deTesalónica en el 380.

El poder de la Iglesia Cristiana Nicena o Iglesia Católica fue creciendo y con ella el de sus cardenales. Justamente el cardenal de Milán fue quien propuso al emperador la cancelación de todo tipo de culto pagano como el de los Juegos Olímpicos, fue así como Teodosio decretó el fin de los juegos en el 393; aunque algunos intelectuales alemanes aún sugieren que los juegos no cesaron en ese año, sino que siguieron celebrándose de forma clandestina incluso después, debido a que se ha encontrado una inscripción en Olimpia con 20 ganadores olímpicos posteriores al año 393[4].


PRIMEROS BOICOTS EN LOS JUEGOS MODERNOS / BLACK POWER  Y APARTHEID

Adolfo Hitler en el Estadio Olímpico de Berlín (Foto: Google images).
Tras la Primera Guerra Mundial, desde los Juegos Olímpicos de Amberes en 1920, el movimiento creado por el barón de Coubertin empezaba a difundirse en mayor medida y los miembros del Comité Olímpico Internacional (COI), así como los países participantes, crecían. En 1936 los Juegos debían desarrollarse en Berlín, durante el Tercer Reich alemán dirigido por Adolfo Hitler. Participaron 3993 deportistas de 49 países en la mayor propaganda política en la historia de la competición.

Fue durante Berlín 1936 que ocurrió el primer caso de boicot a unos JJOO. Pero este boicot no fue dirigido al gobierno nazi de Hitler que había iniciado su persecución a los judíos con la promulgación de las Leyes de Nuremberg en 1935 y que había militarizado Renania en marzo de 1936, rompiendo así el Tratado de Versalles[5]; sino que dicho boicot estuvo a cargo de Irlanda y su negativa a la propuesta del COI de unirse a la recientemente creada República de Irlanda (EIRE) para representar en una sola Irlanda a toda la isla. Ningún otro país se unió a Irlanda en el boicot.

Ceremonia inaugural en Melbourne (Foto: olympic.org).
Recién en los JJOO de Melbourne, en 1956, la fuerza de un boicot se hizo sentir con la inasistencia de ocho países a dichos juegos. Diversos fueron los motivos para la inasistencia. En primer lugar, Holanda, España y Suiza se negaron a participar debido a que el COI no había expulsado a la Unión Soviética de los juegos, a pesar de la dura represión soviética a las revueltas populares en Hungría, en noviembre de 1956, que generaron decenas de muertes y la posterior huida de unos doscientos mil húngaros a Austria. Además, a pesar de estar en plena Guerra Fría -como se conocía al conflicto entre los Estados Unidos y la Unión Soviética-, sorprende el “silencio” de los Estados Unidos, que Hobsbawm describe de esta manera:

La URSS supo (o, mejor dicho, aprendió) en 1953 que los llamados de los Estados Unidos para “hacer retroceder” al comunismo era simple propaganda radiofónica, porque los norteamericanos ni pestañearon cuando los tanques soviéticos restablecieron el control comunista durante un importante levantamiento obrero en la Alemania del Este. A partir de entonces, tal como confirmó la revolución húngara de 1956, Occidente no se entrometió en la esfera de control soviético[6].

En paralelo, Egipto, Líbano, Irak y Siria se negaron a participar en protesta ante la invasión de Egipto por parte de Israel apoyada por Gran Bretaña y Francia en su afán de mantener la hegemonía sobre el Canal de Suez. Finalmente, China tampoco participó en Melbourne ante el reconocimiento del COI a Taiwán.

El Black Power y el Apartheid le dan forma a los boicots de 1968 y 1976.

El racismo no estuvo ausente en el ámbito olímpico. Este se sintió durante los juegos organizados en la Ciudad de México en 1968.

Martin Luther King. (Foto: thekingcenter.org).
Durante la década del 60 la figura de Martin Luther King, pastor en Alabama, Estados Unidos, había cruzado fronteras en su lucha contra la segregación racial reinante en muchos de los estados del sur de la potencia norteamericana. El 28 de agosto de 1963, King pronunció su célebre discurso “I have a dream” (Tengo un sueño) donde expresaba su deseo de un país donde a la gente no se la juzgue por el color de su piel sino por su carácter. De esta década, y como consecuencia de las injusticias sufridas por los negros en los Estados Unidos, también aparece la idea del Black Power, propugnada principalmente por otro dirigente negro (Malcolm X) quien, a diferencia de Luther King que creía en la no violencia, era partidario de la autodefensa de los negros con todos los medios necesarios.

Mientras eso sucedía en Norteamérica; en África el gobierno sudafricano de mayoría blanca había instalado una política de Apartheid; es decir, separar a los blancos de los negros en todo ámbito social (escuelas, hospitales, playas, etc.). Si bien, el apartheid se instaló en 1948 tras el triunfo del Partido Nacional (de mayoría blanca), fue durante la década del 60 que las restricciones fueron más duras y coercitivas.
Ridículos carteles como éste eran comunes en la época del apartheid en Sudáfrica
(Foto: Google images).

El COI tomó la decisión menos ética y permitió la participación de Sudáfrica y Rodesia (luego llamado Zimbabue y donde el segregacionismo racial era extremo) en los juegos de México; sin embargo el Estado Mexicano se negó a darles visa a los atletas de Rodesia[7]. Además se estaban gestando otros problemas:

La indecisión respecto a Sudáfrica y Rodesia, y el asesinato de Martin Luther King el 4 de abril de 1968, estuvo a punto de provocar que los atletas negros de EEUU boicotearan los juegos de México. Cuando el afroamericano Tommie Smith ganó la final de los 200 metros batiendo además el récord del mundo (19.83 segundos) y su compañero de equipo John Carlos consiguió la tercera posición, se calzaron un guante negro en la mano derecha y levantaron el puño a modo de Black Power mientras escuchaban en el podio el himno de EEUU. Ambos fueron expulsados de los juegos de forma inmediata[8].

Tras estos hechos, los juegos de Múnich en 1972 también fueron catastróficos para el COI debido al atentado que perpetraron terroristas palestinos contra el equipo israelí. Inmediatamente después, en los JJOO de Montreal en 1976, la sombra del boicot volvía a instalarse en la previa del encendido de la llama olímpica.

Sandra Handerson y Stephane Prefontaine encienden el pebetero en Montreal
(Foto: olympic.org).
Esta vez el boicot partía de parte de 29 países africanos, principalmente de la llamada África Negra[9]. Dichos países exigían a Canadá la no inclusión de Nueva Zelanda debido a que su equipo de rugby había participado en competencias internacionales en Sudáfrica. Canadá se negó al pedido africano y dichos países no participaron, además de Taiwán, debido a que Canadá había reconocido a la República Popular China en 1970 y no le otorgó visa a los atletas taiwaneses.


LA GUERRA FRÍA ENFRÍA LOS JUEGOS

Inauguración de los JJOO de Moscú en 1980 (Foto: Getty Images).
Hacia fines de los 70, la Guerra Fría estaba en su momento más intenso. La guerra de Corea, la guerra de Vietnam y la crisis de los misiles en Cuba, habían intensificado y polarizado aún más al mundo occidental. EEUU lideraba a los países miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), mientras que la Unión Soviética tenía bajo su yugo a los países firmantes del Pacto de Varsovia. Pero dicha polaridad sólo se vislumbraba en el ámbito de las emociones[10].

Entre dichas emociones podemos contar los JJOO; es así como en medio de esa polaridad, los juegos de 1980 estaban programados para realizarse en Moscú.

Pero en 1979 la URSS envía tropas a Afganistán para aplacar los movimientos rebeldes armados por la CIA, entre ellos –curiosamente- el de Osama Bin Laden (tristemente célebre tras los atentados del 11 de septiembre de 2001). Ante ello, el Presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, conmina a sus atletas a no participar de los juegos en Moscú, amenazándolos con revocarles los pasaportes. Los aliados de los EEUU se plegaron a ellos, excepto Gran Bretaña y Australia que dejaron la decisión a sus respectivos Comités Olímpicos que decidieron participar. En total, el boicot lo ejecutaron 63 países y sólo acudieron 81, un número significativamente bajo para la época.

La respuesta de la Unión Soviética fue en la edición siguiente que se realizó en Los Angeles (1984). 21 países se unieron a los soviéticos que señalaron que los juegos en EEUU no le brindaban la seguridad suficiente a sus atletas; en contrapartida, los boicoteadores de Los Angeles organizaron los Juegos de la Amistad.

El mapa muestra los países que apoyaron a la Unión Soviética en el boicot
a Los Ángeles 1984.

Quizá el boicot soviético a los JJOO de Los Angeles en 1984 fue el último de grandes proporciones. En 1988 Corea del Norte, Nicaragua, Albania y Etiopía no asistieron a los juegos en Seúl al no permitirle a los vecinos del norte organizar algunas competencias en su territorio. En el 2008 diversas ONGs intentaron boicotear los juegos a desarrollarse en Pekín debido a la situación de los derechos humanos en China y a la no exclusión de los países involucrados en la catástrofe humanitaria que originó el conflicto de Darfur en África. Finalmente en el 2014, antes de los JJOO de Invierno en Sochi (Rusia), Georgia llamó a boicot por la participación rusa en la Guerra de Osetia del Sur en el año 2008, aunque sin mayor repercusión.


A MANERA DE CONCLUSIÓN

La importancia que los Juegos Olímpicos han ido tomando en el aspecto social, desde su reinstalación en 1896 por iniciativa del barón de Coubertin, han generado que a lo largo de los últimos dos siglos, cuestiones con matices principalmente políticos se trasladen al plano deportivo.

La inacción de los gobiernos y de las Naciones Unidas en casos de flagrante violación de los derechos humanos han conllevado a que los boicots sean una importante forma de escuchar la voz de los “oprimidos”. En otros casos, enfrentamientos meramente ideológicos (como en 1980 y 1984) han dado pie a que la reunión deportiva más importante del planeta se vea ensombrecida por estas singulares formas de “hacerse escuchar”.

No ha sido la intención del presente trabajo establecer un valor ético a los reclamos que se quisieron expresar a través de boicots. Sólo hemos querido presentar una secuela de los mismos, tratando de dar algunas luces sobre los motivos que llevaron a diferentes países a usar los Juegos Olímpicos como vitrina para poner en conocimiento de la humanidad las injusticias que existen por doquier en el mundo; y que el espíritu olímpico que tanto promueven nuestros amigos del COI a veces sólo queda en eso, en espíritu, en algo que no se puede sentir, que no se puede tocar; a diferencia de la opresión que aún siguen viviendo muchos pueblos y cuyos habitantes sufren en carne propia día a día.

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

1.     HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX. Crítica, Buenos Aires, 2005.

2.     SESÉ Alegre, José María. “Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad” En: Cultura, Ciencia y Deporte. Vol. 3, Núm. 9, Universidad Católica San Antonio de Murcia, España, noviembre 2008.

3.   ZIMBALIST, Andrew. Circus maximus. El negocio económico detrás de los juegos olímpicos y el mundial de fútbol. Ediciones Akal, Madrid, 2016.

4. Comité Olímpico Internacional. “Carta Olímpica”. Agosto 2016, En   www.olympic.org/about-ioc-institution.

5.     El Siglo XX de El Comercio. El Comercio - Plaza & Janés, Lima, 2000.




[1] Comité Olímpico Internacional. “Carta Olímpica”. Agosto 2016, En: www.olympic.org/about-ioc-institution, pp.  11-12.
[2] La palabra boicot fue usada por primera vez en The Times, en 1880,  epónimo de Charles Cunningham Boycott, administrador de tierras en Irlanda a fines del siglo XIX.
[3]  ZIMBALIST, Andrew. Circus maximus. El negocio económico detrás de los juegos olímpicos y el mundial de fútbol. Ediciones Akal, Madrid, 2016.
[4] SESÉ Alegre, José María. “Los Juegos Olímpicos de la Antigüedad” En: Cultura, Ciencia y Deporte. Vol. 3, Núm. 9, noviembre 2008, Universidad Católica San Antonio de Murcia, España, p. 210-211.
[5] Desde el arribo de Adolfo Hitler al poder en Alemania, en 1933, su política antisemita fue in crescendo.  Con las Leyes de Nuremberg, promulgadas en septiembre de 1935, el antisemitismo formó parte de la política estatal. Muchos norteamericanos con familiares judíos en Alemania presionaron a los EEUU para que se manifieste contra el racismo alemán. EEUU protestó ante el COI, pero este último hizo oídos sordos al intento de boicot norteamericano debido a que Hitler le ofrecía al COI “los JJOO con los que Coubertin había soñado”.
[6] HOBSBAWM, Eric. Historia del siglo XX. Crítica, Buenos Aires, 2005, p. 232.
[7] ZIMBALIST, op. cit., p. 30.
[8] Ibid., p. 31.
[9] Alto Volta, Argelia, Benín, Camerún, Chad, Congo, Egipto, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Kenia, Lesoto, Libia, Madagascar, Malaui, Malí, Marruecos, Níger, Nigeria, República Centroafricana, Somalia, Suazilandia, Sudán, Tanzania, Togo, Túnez, Uganda y Zambia.
[10] HOBSBAWM, op. cit., p. 238.

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